Yo en mis poemas  

Publicado por Sal Troccoli en


Si te encuentras cansado, para y descansa tu Mirada dame tu mano y caminemos al mundo donde todo suspira

Yo en mis poemas solo traigo el canto
que nace en las ventanas de los anos.
En ellos traigo la verdadera vez de los relojes.
También el abismo que encierran las palabras,
esas que ciegos hablan en las esquinas.
Yo que viajo por la vida,
traigo el rezago de sexos de fuego,
marcados en la seda y lo blanco,
de algunos vestidos de novia.

Esa mancha ahi, inmortal, llena de olvidos,
se vio tendida antes de la boda.
Su blanco enseño la estrella de una esperanza,
Iluminando el principio del camino.
Yo en mis poemas,
suelto el canto de mi alma:
así como una sola hoja verde,
llenas de líneas y colores
que adornan árboles dormidos en el planeta.

Perdón a nadie pido,
porque en el camino de mis letras
forme una molestia a ojos perfilando el tropiezo.
Yo repito el canto de las nubes,
en sonido de campanas y vientos alegres
que solos como una mano nos perdemos por la vida.
Los surcos, sí:
esos que habitan en los campos de mi pueblo,
me regalan no palabras ni alfabetos
solo un verde que mora como sonrisa,
en el crecer de un húmedo profundo,
paraíso de raíces y lechugas.

Esto es algo que recojo en el viaje de los minutos,
así como una sonrisa
que ahora brota de tu boca.
Extiendo mi mano,
hacia el hogar de tu mirada que aparta cerros
en la tarea de reconstruir aquello,
que para algunos esta desorganizado.
Gracias extiendo de aquí a la lejanía,
por el caminar de tus ojos
en mis algunas palabras desperdigadas
y que el encanto le recojas alegre,
porque viene de algunas campanas de mi pueblo.

España un día entrego un idioma a mis parientes,
como una herencia en horas y almanaques
bañadas en millones de segundos,
que un morral de recuerdos le guardo por el tiempo.
Traigo siempre mi palabra como una viajera,
desde una tierra que ara el sudor de los golpeados.
Una tierra si, que habla un idioma que no le pertenece,
porque ella siempre sonrió y hablo el sonido,
largo e inmenso que habita en los silencios,
de un cobre que palpita el murmullo de las selvas.
Hoy alguien me reclama porque ese humo
crece y se extiende de mis papeles,
dejando ante los ojos solo unas intenciones
de entregar un abrazo al curioso de los ojos.

Yo fui expulsado de la escuela,
aquella donde se estudia y aprenden los derechos
de partir a la universidad de los descontentos.
Encontré mejor como trabajo,
El arado que levanta el alimento a los amigos de la tierra.

Negor Len